Promesas incumplidas por todos

Los políticos de todo el mundo tienen fama de mentir; así que la subida de impuestos anunciada por el Gobierno no debe sorprendernos.

Mariano Rajoy había prometido antes de ganar las elecciones no subir los impuestos. En una entrevista en ABC el agosto pasado, afirmó que subir los impuestos sería “la puntilla para las familias” y “un disparate estratosférico” y, además, que “el Partido Popular se opondrá a cualquier subida de impuestos” porque “significa más paro y más recesión”. En el mismo sentido, el ahora titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, en una entrevista en Onda Cero, dijo que no era el momento “para demagogias fiscales” y defendió “bajar impuestos, hacerlos más eficientes y así recaudar más”. En su investidura el 19 de diciembre, Rajoy aseguró que su “intención” no era “subir los impuestos” y que mantendría sus “compromisos electorales”. Defendió su posición alegando que “el mayor esfuerzo no puede recaer en los ciudadanos”, sino que “tiene que provenir de las Administraciones”.

Como dijo Miguel Ángel Aguilar, el agudo columnista de El País, “A Zapatero le costó seis años desdecirse de sus promesas electorales; a Rajoy le han bastado seis días.”

La mayor promesa incumplida de José Luis Rodríguez Zapatero fue su compromiso en la campaña electoral de 2008 de crear unos 2 millones de puestos de trabajo y tener pleno empleo. Hoy, cuatro años después, el número de parados se ha duplicado a más de 5 millones, y estamos muy lejos de pleno empleo. Si la promesa (tan populista) de Zapatero se hubiera cumplido, no hubiera sido necesario subir los impuestos para disminuir el mayor déficit porque más personas que trabajan más ingresos fiscales que el Gobierno reciba. ¿Quién miente más?

La pregunta clave es ¿cuando supo Rajoy que el déficit público del 2011 iba estar más cerca del 8% del PIB que del 6% prometido por el Gobierno de Zapatero y exigido por la Unión Europea? Se supone que Rajoy fue informado en el lapso de tiempo desde que ganó las elecciones (20 de noviembre) y su entrada en la Moncloa como Presidente (21 de diciembre). Y si uno cree en las palabras de Rajoy en su investidura, y para darle el beneficio de la duda, le llegó la mala noticia entre el 19 de diciembre y el 30 cuando se anunció la subida, aunque hubo muchos comentarios en privado de que el déficit iba a superar el 6%.

Al incumplir los compromisos adquiridos por el Gobierno Socialista con Bruselas, ¿qué otra alternativa tiene Rajoy que subir los impuestos para reducir el déficit, dado que las autonomías (no el Gobierno central) son las principales responsables del mayor déficit — tanto Socialistas como del PP — al no reducir sus gastos lo suficiente?

Subir los impuestos no forma parte de la filosofía de la derecha en ningún país, así que hay que interpretar el aumento de los gravámenes, con un tipo máximo del IRPF en 55%, el tercero más alto en Europa después de Suecia y Bélgica, como una medida desesperada para evitar otra crisis de la deuda soberana española y su prima de riesgo por parte de los mercados. Y el Gobierno ha acertado en anticipar la reacción negativa de los mercados en cuanto se conociese en febrero la cifra definitiva del déficit.

Además, la reforma fiscal se concentra en los ingresos altos, acercándose a posiciones socialdemócratas.

Durante mis 26 años viviendo en España, no sé cuantas veces he escuchado a dirigentes tanto socialistas como del PP, durante sus respectivos gobiernos, prometer combatir el fraude fiscal. A juzgar por el tamaño de la economía sumergida en España, estimada entre el 16% y el 22% del PIB (no se sabe con certeza precisamente porque es algo sumergido), y a raíz de la crisis probablemente más cerca a la segunda cifra que la primera, la Agencia Tributaria “pierde” millones de euros cada año. Hasta el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, está acusado de evadir el pago de sus impuestos, enviando dinero a paraísos fiscales.

Quien no ha mentido es Juan Roig, el presidente de Mercadona, quien dijo en marzo pasado que “lo peor de la crisis está por llegar” y que el año 2011 “tiene una cosa buena, que es mejor que 2012?.
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